Aquí está mi nuevo artículo como colaboradora de una publicación de Salud Natural en España. Si quieres, puedes pinchar el enlace que aparece sobre la imagen
Estrés… todos sabemos que no nos hace bien y sin embargo muchas veces no somos conscientes de que tampoco queremos que nos abandone. Nos gusta aparentar que queremos paz interior pero en cuanto las cosas se calman, nos sentimos extraños y buscamos la siguiente dosis de cortisol y epinefrina; el subidón de adrenalina que nos produce ese cosquilleo en el estómago, además de alertarnos y hacernos sentir más vivos, es adictivo. Con moderación no es malo, de hecho todo lo contrario pues activa las células de nuestro cuerpo. El problema es que si en vez de un café nos tomamos 10 (la cafeína activa la adrenalina) y además tenemos en nuestro día a día un montón de situaciones que nos alteran, nos ponen nerviosos y nos estresan, entonces el ser un adicto al estrés puede destruir nuestras vidas.
Nuestro cuerpo está dotado de mecanismos naturales para autorepararse, pudiendo ser capaz de eliminar y destruir células de cáncer, infecciones e incluso ralentizar el proceso de envejecimiento. Pero este mecanismo sólo funciona cuando nuestro sistema nervioso está relajado. Cuando el cuerpo nota que hay peligro, independientemente de que este sea porque tu jefe te grita o porque te vaya a comer un león (la parte del cerebro que reconoce el miedo no distingue la diferencia), el sistema nervioso simpático se activa y, consecuentemente, la sangre es mandada a la periferia de nuestro cuerpo (músculos) porque el cuerpo se siente atacado y te prepara literalmente para salir corriendo o pelear. Lógicamente, lo normal es que ni nos peleemos ni salgamos corriendo; las hormonas del estrés se elevan y viajan por nuestro cuerpo esperando la siguiente misión o mensaje. Si el estrés se mantiene y sigues alterándote porque, además de tener problemas en el trabajo, surgen problemas en casa o contigo mismo, estás cocinando la receta perfecta para que el estrés te afecte de forma crónica.
Mira cuántos de estos síntomas forman parte de tu vida para comprobar lo estresado que estás:
- Sufres dolores de cabeza y de espalda: cuando los niveles de cortisol suben durante un tiempo prolongado, las glándulas adrenales se agotan. Esto hace que suban los niveles de prolactina, incrementando los niveles de sensibilidad al dolor y haciéndonos más sensibles a dolores de espalda y musculares. Un nivel alto de cortisol también hace al cerebro hipersensible al dolor, con lo que una mínima molestia puede excitar los nervios en el cerebro, causando dolor de cabeza.
- No descansas bien: los niveles de cortisol deberían de bajar por la noche, permitiendo así a tu cuerpo relajarse y recargarse. Si los niveles de cortisol son altos, te sentirás súper cansado durante el día pero, en cuanto llegue la hora de acostarse, notarás que te sientes más despierto y te costará dormir.
- Te levantas cansado, incluso cuando duermes: a medida que pasa el tiempo, si los niveles de cortisol siguen altos, éstos agotarán tus glándulas adrenales y estarás más predispuesto a tener fatiga crónica y a despertarte cansado.
- Coges resfriados e infecciones rápidamente: el cortisol desactiva los mecanismos naturales de defensa del organismo.
- Estás ganando peso: particularmente en la zona del abdomen, incluso comiendo equilibradamente y haciendo ejercicio.
- Te apetece comer dulces constantemente: el mismo cortisol sube los niveles de azúcar en sangre, con lo que aumenta el riesgo de padecer diabetes. Además, cuando los niveles de glucosa suben, también suben los niveles de insulina, los cuales bajan tus niveles de azúcar haciendo que necesites y quieras tomar dulce.
- Desaparece tu deseo sexual: podríamos considerar al cortisol como tu anti-Viagra. Cuando los niveles de estrés suben, las hormonas que aumentan la libido bajan (como la testosterona).
- Tu aparato gastrointestinal está haciendo de las suyas: el aparato digestivo es muy sensible a las hormonas del estrés. Podrás sentir nauseas, tener diarrea, estreñimiento, retortijones y reflujos.
- Sientes ansiedad: el cortisol y la epinefrina pueden llegar a crear fluctuaciones en el estómago, sensación de pánico y hasta paranoia.
- Te sientes triste: unos niveles altos de cortisol deprimen la producción de serotonina, hormona que nos hace sentir felices.
Elimina o reduce: café, azúcar, tabaco, alcohol y drogas, ya que aunque parezcan ayudar a tu estrés temporalmente, a largo plazo solo te van a traer más problemas.
Recomendaciones: el estrés es algo muy personal y cada uno reaccionará de modo diferente frente a la misma situación. Por eso es importante analizarse y ver si el estrés está afectando a tu vida negativa, física y emocionalmente. Hay muchos métodos que ayudan a la reducción y eliminación del estrés, pero todos requieren cambios por tu parte. Decidir de qué forma quieres enfrentarte a estos cambios es importante. Aquí tienes 4 palabras claves para pensar en qué momento elegir uno u otro camino: evitar, modificar, adaptar o aceptar.
Fundamental para eliminar o reducir el estrés: encontrar la razón/es por la que te estresas y actuar responsablemente. Es decir, ver realmente cuáles son externas (excesiva demanda en el trabajo,…) y cuáles son de uno mismo (hábitos, excusas, falta de organización, no sabes decir que no cuando se te da más trabajo, lo dejas todo para el último momento,…). Hacer un diario en el que se escriba qué te estresa diariamente; después, reflexionar sobre cómo podrías haber actuado para enfrentarte de otra manera a esa situación es clave en la disminución del estrés. El estudio de uno mismo puede ser a veces muy difícil ya que no siempre somos objetivos sobre nuestro comportamiento. Un profesional (Coach, PNL o Naturopata) puede ayudarte tanto a encontrar las fuentes principales de tu estrés como a eliminarlo con técnicas específicas.
Mientras, hay muchas otras cosas que te van a ayudar a enfrentarte al estrés cuando lo necesites:
- Llama a un amigo: la voz tranquilizadora de un amigo puede ayudar a ver todo con perspectiva
- Escucha música: clásica o de sonidos suaves de la naturaleza; ayuda a calmar la ansiedad
- Come saludablemente: el nivel de estrés está relacionado con una dieta desequilibrada llena de azucares, comida rápida y fritos. Incluye frutas y verduras (alto contenido de vitaminas y minerales), pescado azul (los omega 3 se ha comprobado que reducen los niveles de estrés) y pipas de calabaza (su magnesio calma los nervios y ayuda a dormir)
- Respira profundamente: el estrés nos hace respirar de forma superficial. Una respiración profunda, pausada y controlada oxigena la sangre, ayuda a centrar y despejar nuestro cuerpo y mente.
- Haz ejercicio con conciencia: simplemente caminar unos minutos al día puede aliviar los síntomas del estrés, especialmente si se combina con un ejercicio en el que se cree más conciencia y se trabaje con la respiración, como en yoga, taichí, Qi gong o Pilates.
- Duerme: el estrés quita el sueño así que vete a la cama antes, lee y relájate. Si no puedes dormir, pide ayuda a un profesional como un quiromasajista, terapeuta craneosacral, reflexólogo o acupuntor.
- ¡Sonríe!: La risa libera endorfinas, que ayudan a mejorar el humor y reducir las hormonas del estrés.
Conclusión: duerme, camina, comparte, disfruta, reflexiona y sonríe para ser feliz 😉